Carta a mamá
Trujillo domingo 06 de mayo 2012
Hola mamá he tenido que usar este antiguo recurso de
las cartas manuscritas por cuanto se ha roto las otras formas de comunicación
que siempre hubo entre nosotros, me agrada hacerlo, años que no practicaba
caligrafía y siento que el mejor motivo para reiniciar el viejo hábito de
escribir a mano, eres tú. La persona que vive en mí y que el tiempo no logra
borrar. Otra forma sería que yo viajara hacia allá, pero temo que el hacerlo
sería una escusa para quedarme allí, con ustedes, acompañándoles por infinitos
días, pero esto traería como consecuencia el abandonar las cosas importantes
que he ido obteniendo y que son mi expresa responsabilidad.
Al jubilarme de las actividades que hago iré hacia
allá y con mis prestaciones haremos algo de provecho, dependiendo, claro está,
si hay espacio disponible donde usted y papá están radicados ahora. Aprovecho
la oportunidad para enviarle un saludo a mi padre y también un abrazo, no se
como se redacta un abrazo, toma uno de los tuyos, de esos que encierra el
fervor del cariño, y dile que yo he tratado de escribir lo mucho que lo amo.
Mamá si algún día puedes venir a visitarme, trae
semillas de todas las plantas florales que tanto te gustan y así mi plantío
tendrá un pedacito suyo. Me acuerdo, como si fuera hoy, cuando nos enseñaba a
abrir un hueco en el jardín y echarle abono para que las plantas nacieran
fuertes y produjeran flores hermosas. Así lo hago y mi casa se viste con
ramilletes de variados colores que expresan tus siembras del saber en tierra
abonada por ti.
Le cuento que he logrado superar algunas etapas y en
todas he extendido la invitación para que asistas con papá, sé que no has
venido por las múltiples ocupaciones que tienes: las vacas, los pájaros, las
gallinas, su forma de ser y pensar que los demás las dejarán morir, también sé
que no vienes por no rabiar con papá, a él no le gusta que salgas de casa. Lo
que no he logrado, lo registro por escrito, es que mis hijos se levanten a
estudiar a las 4 a.m. para que el día sea rendidor, como usted nos educó, estas
palabras la has dicho todos los días desde que tengo memoria, de mis hijas sólo
una mantuvo la costumbre, pero no es mí a quien ella reconoce la heredad del
hábito tan fructífero.
Quiero que sepas que poco a poco he ido escribiendo
la historia de la familia, mi visión claro está, no puede ser de otra forma,
sin embargo he tratado en lo posible adobarlas con las sugerencias de mis
hermanos, sin su ayuda no tendrían el sabor a leña y de arroz con leche que
tiene actualmente. Cuanto me gustaría, mamá, estar cerca suyo para leérselas
sentados en el porche o debajo de la clavellina, y tú con su noble saber me
ayudaras a recordar eventos que mi memoria borró.
En todo caso, todos los de acá, recordamos sus
enseñanzas y deseamos, cuando hayamos cumplido con nuestros compromisos, ir a
visitarle para que nos conforte de nuevo con tus abrazos de profunda tierra
abonada.
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